Pese a la persistencia de una tradición clásica, los años treinta estuvieron marcados por el triunfo definitivo de la estética romántica, especialmente a partir del estreno del Hernani de Victor Hugo en febrero de 1830. Hasta mediados de los cuarenta los gustos románticos ejercieron una casi completa hegemonía, especialmente en Francia, y las figuras destacadas de esta corriente disfrutaron de un gran reconocimiento político y social. Lamartine fue elegido para la Academia y también fue diputado durante la Monarquía de Julio. A. de Vigny entraría también en la Academia, mientras que Hugo fue nombrado miembro de la Cámara de los Pares. El auge literario romántico está representado en Francia por las novelas de Stendhal. Junto a él los historiadores románticos: Jules Michelet, Augustin Thierry o A. de Lamartine proporcionan materia para reverdecer las emociones del pasado.

 


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