1. Lean el siguiente fragmento:

“Advierte Roldán que sus ojos se enturbiaban. Se yergue y agota las fuerzas de su ánimo. El color de su rostro se ha desvanecido. Hay ante él un oscuro peñasco [...] Golpea Roldán contra un negro peñasco, y lo hiende hasta el punto que yo no sé deciros. La espada ni cruje ni se quiebra, sino que salta hacia el cielo. Cuando ve el conde que no ha de poder romperla, muy dulcemente la llora desde su corazón:

- ¡Ah, Durandarte, qué bella y santa eres! Tu pomo de oro está cuajado de reliquias. Hay un diente de San Pedro, sangre de San Basilio, cabellos de mi señor San Dionisio y un trozo de túnica de Santa María. No es de ley que te arrebaten los infieles: sólo a cristianos debes ser confiada. ¡Ojalá nunca vengas a poder de un cobarde! [...]

Yace el conde Roldán bajo un pino. Hacia España tiene vuelto su rostro. Y comienza a recordar muchas cosas: las tierras que ha conquistado, la poderosa, la dulce Francia, los hombres de su estirpe; Carlomagno, su señor, que le ha alimentado. Por todo llora y suspira, sin poder refrenarse. Pero no quiere olvidarse a sí mismo; confiesa sus culpas y pide a Dios perdón. [...]

Ha ofrecido a Dios su guante derecho. San Gabriel lo ha tomado de la mano. Sobre su brazo ha inclinado la cabeza, y avanza, juntas las manos, hacia su fin. Dios le envía un ángel Querubín y San Miguel del Peligro. Con ellos se acerca San Gabriel. Entre todos conducen el alma del conde al paraíso.”

  1. Comparen la figura del Cid con la de Roldán en este fragmento. Establezcan semejanzas y diferencias.

  2. Adviertan marcas de los procedimientos característicos de la transmisión oral.

  3. Expliquen por qué el juglar califica de “oscuro” y “negro” al peñasco contra el que Roldán golpea su espada.

  4. Relacionen las figuras del Cid y de Roldán con la función del modelo heroico en España y Francia durante la Edad Media: España necesitaba afirmarse frente a los moros y frente a Europa; en cambio, el imperio de Carlomagno reafirmaba su grandeza.

 


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