En
música, composición vocal con acompañamiento instrumental. La cantata tiene
su origen a principios del siglo XVII, de forma simultánea a la ópera y al
oratorio. El tipo más antiguo de cantata, conocido como cantata da camera, fue
compuesto para voz solista sobre un texto profano. Contenía varias secciones en
formas vocales contrapuestas, como son los recitativos y las arias. Hacia
finales del siglo XVII, la cantata da camera se convirtió en una composición
para dos o tres voces. Compuesta especialmente para las iglesias, esta forma se
conocía como cantata da chiesa (cantata de Iglesia). Sus máximos exponentes
italianos fueron Giacomo Carissimi y Alessandro Scarlatti. En Alemania, durante
este periodo, la cantata da chiesa, en manos de Heinrich Schütz, Georg Philipp
Telemann, Dietrich Buxtehude, Johann Sebastian Bach y otros compositores,
evolucionó hacia una forma mucho más elaborada que su modelo italiano. Bach
hizo de la cantata de Iglesia el centro de su producción vocal, si bien también
compuso cantatas profanas como la célebre Cantata del café. Desde los tiempos
de Bach, la cantata ha sido generalmente una composición coral con acompañamiento
instrumental, que tenía coros, solos, arias, recitativos e interludios
instrumentales. El texto puede ser sagrado, en cuyo caso la cantata se parece a
un oratorio, o bien profana, en cuyo caso se parece a una ópera. En su forma
sacra, difiere de un oratorio (como los de Händel) por ser considerablemente más
corta y menos elaborada tanto en las líneas vocales como en el acompañamiento.
En su forma profana difiere de la ópera por ser cantada sin escenario ni
vestuario y por la falta de una acción en escena. En el siglo XIX, los límites
entre la cantata, la ópera y el oratorio se volvieron más borrosos, de modo
que obras dramáticas como el Caractacus de Edward Elgar o una obra próxima al
oratorio, Belshazzar's Feast (El festín de Baltasar) de William Walton también
podrían ser descritas como cantatas. La Cantata profana de Bartók y la cantata
Alejandro Nevski, compuesta por Prokófiev para el filme del mismo título del
cineasta ruso Serguei Eisenstein, son excelentes ejemplos en el siglo XX.