1)
TESEO
El
padre de Teseo era Egeo, rey de Atenas. Egeo no tenía hijos y fue a Delfos para
consultar al oráculo, que le aconsejó que no “abriera la boca del odre”
hasta que llegara a su casa pues si no un día moriría de pena. Pero cuando
regresaba a Atenas fue a ver al rey de Trecén, Piteo, que le emborrachó y le
ofreció a su hija Etra para que se acostara con ella. La muchacha se quedó
embarazada y cuando Egeo partió de Trecén le dijo que si daba a luz un niño
debía ir a Atenas en cuanto pudiese levantar una roca concreta, bajo la que
Egeo había dejado una espada y un par de sandalias a modo de señales de
reconocimiento. El niño era Teseo, y Etra le confesó su verdadero origen
cuando era joven. Teseo recogió la espada y las sandalias y se dirigió a
Atenas.
En
el camino puso a prueba su valor derrotando a una serie de monstruos y bandidos.
Cerca de Corinto mató a Sinis, conocido como Pitiocamptes (doblador de pinos),
que ataba a los viajeros entre dos pinos doblados y después los soltaba, con lo
que las víctimas se desgarraban. En Mégara se topó con Escirón, que obligaba
a los viajeros a lavarse los pies y mientras estaban arrodillados les empujaba
al mar donde los devoraba una enorme tortuga. Teseo lo arrojó por un
acantilado. En Eleusis venció a Cerción, que obligaba a los viajeros a luchar
contra él para darles muerte. Entre Eleusis y Atenas mató a Procrustes, que
adaptaba a todos los viajeros a la misma cama: cortaba a los que les quedaba
demasiado corta y estiraba a los que les quedaba demasiado larga. Por último,
Teseo llegó a la ciudad de su padre donde trató de envenenarle la hechicera
Medea, tentativa que quedó abortada cuando Egeo reconoció la espada y las
sandalias y acogió a su heredero. La primera proeza de Teseo al servicio de su
padre consistió en capturar un toro que sembraba el terror en el Ática, por
los alrededores de Maratón.
Dédalo
era un artesano, perteneciente a la casa real de Atenas pero tuvo que abandonar
la ciudad tras dar muerte a su sobrino Pérdix, artesano rival que había
inventado la sierra basándose en la espina de un pez. Cuando Dédalo lo arrojó
por un acantilado, el joven se transformó en perdiz. Dédalo huyó a Creta,
donde entró al servicio del rey Minos. Éste había recibido de Posidón un
toro para ofrecérselo en sacrificio, un animal tan espléndido que decidió
quedarse con él. Furioso, Posidón hizo que Pasífae, esposa de Minos, se
enamorase del toro. Dédalo construyó una novilla hueca, de tamaño natural, en
la que Pasífae podía esconderse para consumar tan antinatural pasión, que dio
como fruto al Minotauro bestia salvaje mitad hombre, mitad toro. Enfadado con el
artesano, Minos le ordenó que construyese un Laberinto, la prisión del
monstruo, y lo encerró allí con su hijo Ícaro. Con el fin de escapar de la
isla, el artesano confeccionó unas alas para él y su hijo con cera y plumas y
aconsejó a su hijo que no volara cerca del sol, pero en cuanto se lanzaron al
aire Ícaro olvidó el consejo, se fundió la cera de las alas y cayó al mar,
que desde entonces se conoce con su nombre. Dédalo llegó a Sicilia y vivió
allí el resto de sus días.
Atenas
se veía obligada a pagar el tributo de siete muchachos y siete muchachas al rey
de Creta, y Teseo se ofreció voluntario para acompañar a las víctimas que
habrían de servir de alimento al Minotauro, monstruoso híbrido de hombre y
toro que Minos guardaba en el Laberinto. Pero Ariadna, hija de Minos, se enamoró
de Teseo y le dio un ovillo de hilo, con el que podría entrar en el Laberinto y
salir volviendo sobre sus pasos. Guiado por los lejanos mugidos del monstruo,
Teseo recorrió el oscuro laberinto tras los jóvenes y les dio alcance justo
cuando la bestia estaba a punto de embestirlos. Se batió con ella, la mató y
dirigió a los muchachos hacia la salida del recinto, donde esperaba Ariadna.
Partieron hacia Grecia, pero en el camino Teseo abandonó a Ariadna en la isla
de Naxos mientras dormía en la playa. Cuando ella despertó y se vio sola, lloró
desconsoladamente. El dios Dioniso, acompañado de todo su séquito, la encontró
llorando y se casó con ella con grandes fiestas a las que asistieron los
dioses. Más adelante la transformó en Corona, constelación que sirve de guía
a los navegantes.
Teseo
regresó triunfal a Atenas, pero olvidó las instrucciones de su padre, que le
había dicho que izara una bandera blanca si todo había ido bien o negra si la
misión había fracasado. Teseo entró en el puerto de Atenas con la bandera
negra ondeando, y al verla, Egeo creyó que su hijo había muerto. Transido de
dolor, se arrojó al mar, que desde entonces se llama Egeo, y así se cumplió
la profecía que hicieran al rey en Delfos (que moriría de pena). Teseo le
sucedió en el trono.
Tras
regresar de Creta, Teseo luchó junto a Heracles contra las Amazonas, y como botín
recibió a una guerrera de este pueblo, Antíope, con quien tuvo a Hipólito. Más
adelante, las Amazonas invadieron el Ática, pero Teseo volvió a derrotarlas.
Antíope murió en la batalla.
Tras
la muerte de su esposa, Teseo se casó con Fedra, hermana de Ariadna. Hipólito,
fruto de su primer matrimonio, ya era adulto, pero se negaba a mantener ningún
contacto con Afrodita, y prefería dedicar su tiempo a Ártemis, cazando en las
montañas. Afrodita se enfadó ante semejante desprecio a su autoridad y planeó
la caída de Hipólito, haciendo que Fedra se enamorase perdidamente de su
hijastro. Fedra trató de ocultar su pasión, pero su nodriza se lo contó a Hipólito,
que huyó, asqueado. Fedra se suicidó, pero dejó una carta en la que acusaba a
Hipólito de violación. Teseo encontró la carta y lanzó una maldición sobre
su hijo. Cuando Hipólito viajaba en su carro, un monstruo surgió del mar y
asustó a los caballos, que lo arrastraron hasta que murió.
Llevaron el cadáver de Hipólito a su padre,
que se enteró de la inocencia de su hijo por mediación de Ártemis, y con la
bendición del héroe, la diosa estableció un culto en honor de Hipólito.
2)
JASÓN
Las
aventuras de Jasón, príncipe tesalio de Yolco, eran tan populares como las de
Odiseo. Al igual que los de Teseo, los primeros años de vida de Jasón
estuvieron marcados por el alejamiento de la corte y por el regreso final, aún
joven, para reclamar sus derechos reales. Cuando Pelias, hermano del padre de
Jasón, el rey Esón de Yolco, se apoderó del trono, la madre del héroe lo
envió al montee Pelión para que lo educara Quirón, sabio centauro que le enseñó
las artes de la música, la medicina, la caza y la guerra. Al cumplir los veinte
años, Jasón regresó a Yolco y en el camino se topó con un río en el que
conoció a una anciana –en realidad la diosa Hera disfrazada–, quien le pidió
que la ayudara a cruzar la corriente. Jasón la ayudó gustosamente y con ello
obtuvo la protección de la diosa en sus aventuras.
Al
ayudar a Hera a cruzar el río, Jasón perdió una sandalia y llegó a Yolco con
un pie descalzo. Un oráculo había aconsejado a Pelias que vigilase la llegada
de un forastero con un solo zapato, y Pelias se asustó al ver aproximarse al héroe.
Accedió a cederle el trono a su sobrino si el joven realizaba una empresa en
apariencia imposible, consistente en llevarle el Vellocino de Oro, que se
encontraba en la Cólquide, en el extremo más alejado del Mar Negro, y Jasón
aceptó el reto.
El
Vellocino procedía de un mágico carnero volador que había enviado Hermes para
ayudar a Frixo y a Hele, hijos de otro tío de Jasón, el rey de Beocia,
Atamante, cuando su madrastra, Ino, puso sus vidas en peligro. Escaparon a lomos
del carnero, pero Hele se cayó y se ahogó en lo que a partir de entonces se
llamaría el Helesponto (mar de Hele). Frixo logró llegar a la Cólquide, donde
sacrificó el carnero a Zeus y dio su piel al rey local, Eetes, que le había
ofrecido hospitalidad. Desde aquel momento Eetes guardó al Vellocino bajo la
vigilante mirada de un dragón insomne.
Para
el viaje, Jasón ordenó que se construyera un barco, el Argo, que, según
ciertas versiones, fue el primer barco jamás construido. Se encargó de la
fabricación el carpintero Argo, que contó con la ayuda de Hera, y le puso una
rama del roble profético de Zeus en Dodona. Dotaron al navío de cincuenta
remos, uno para cada miembro de la tripulación, los Argonautas (marineros del
Argo), entre los que se contaban muchos de los héroes más célebres de la
mitología griega:
¨
Argo:
carpintero, constructor del Argo.
¨
Atalanta:
cazadora, la única Argonauta.
¨
Cástor
y Polideuces:
los Dioscuros, hijos de Zeus y Leda.
¨
Heracles:
que se quedó en tierra buscando a su amigo Hilas.
¨
Idmon
y Mopso:
legendarios videntes.
¨
Linceo:
de vista tan aguda que veía debajo de la tierra.
¨
Meleagro:
hermano de Deyanira, esposa de Heracles.
¨
Nauplio:
padre de Palamedes, destacado embustero.
¨
Oileo:
padre de Áyax
¨
Orfeo:
gran músico que tocaba la lira para los Argonautas.
¨
Peleo:
padre de Aquiles, héroe y esposo de Tetis, ninfa marina.
¨
Periclímeno:
hijo de Posidón. Poseía el don de adoptar cualquier forma en la batalla.
¨
Telamón:
padre de otro Ayax, “el Grande”.
¨
Tifis:
timonel del Argo.
¨
Zetes
y Calais:
hijos alados de Bóreas, viento del norte. Lucharon contra las Harpías que
atormentaban a Fineo.
Una
vez acabados los preparativos, Jasón y sus compañeros levaron anclas rumbo a
la tierra del Vellocino de oro.
Cuando
el Argo llegó a LEMNOS, el primer puerto de la travesía, Jasón vio que no había
hombres en la isla: las isleñas los habían matado a todos cuando tomaron
concubinas porque, según aseguraban los hombres, sus esposas apestaban.
Invitaron a los Argonautas –a los que simplemente contaron que los isleños
habían tenido que huir–, a que se quedaran varios meses en Lemnos para
repoblarla. La reina Hipsípila se emparejó con Jasón y tuvo gemelos.
Los
Argonautas fueron después a CÍCICO, cuyo rey los recibió bien, y Heracles
limpió la isla de gigantes, pero su estancia acabó con un penoso incidente.
Cuando el Argo levó anclas, una tempestad lo devolvió a la orilla aquella
misma noche. Creyendo que los atacaban unos piratas, los isleños abordaron el
navío y los Argonautas los asesinaron, ignorantes de la identidad de los
atacantes. Al descubrirse la verdad, Jasón ordenó que se celebrasen juegos
funerarios en honor de sus anfitriones.
En
el país de los BÉBRICES, siguiente punto en la ruta del Argo, reinaba Ámico,
hijo de Posidón, que desafiaba a los forasteros a un combate de boxeo mortal.
El hombre más fuerte sobre la tierra, Heracles, se había quedado atrás,
camino de Cícico, pero Ámico encontró digno rival en Polideuces, que aceptó
el reto y le dio muerte.
Los
Argonautas continuaron y cerca del MAR NEGRO se encontraron con Fineo, un
anciano ciego continuamente atormentado por las Harpías, monstruos con cara de
vieja y cuerpo y garras de ave que le arrebataban la comida o defecaban sobre
ella. Zetes y Calais las espantaron y, agradecido, Fineo le dio a Jasón
valiosas indicaciones para el viaje.
En
este punto, el camino quedaba interrumpido por las SIMPLÉGADES, dos enormes
rocas móviles cercanas al mar Negro que chocaban entre sí como címbalos y no
permitían el paso de los navíos. Fineo había aconsejado a los Argonautas que
enviaran una paloma por delante del barco, pues si el ave lograba atravesar el
angosto pasaje, ellos también lo harían. Como la paloma lo franqueó y sólo
perdió las plumas de la cola, el Argo siguió navegando con la ayuda de Atenea
y Hera, pero perdió al timonel, Tifis, y después las rocas quedaron inmóviles
para siempre.
El
Argo subió por el río Fasis y arribó al fin a la CÓLQUIDE, la tierra del
Vellocino de oro. El rey Eetes dijo que lo entregaría si Jasón realizaba una
serie de tareas: uncir a sus bueyes, que tenían pezuñas de bronce y escupían
fuego, arar con ellos unos campos, plantar dientes de dragón y matar a los
gigantes que nacerían de ellos. Los dioses hicieron que Medea, la hechicera
hija de Eetes, se enamorase de Jasón, y ella le dio unas pociones mágicas con
las que el héroe llevó a cabo las tareas impuestas. Se apoderó del Vellocino
después de que Medea hubiera hechizado al dragón que lo protegía, y cuando
los Argonautas escapaban de Cólquide, Medea retrasó a Eetes y sus hombres, que
los perseguían, asesinando a su propio hermano, Apsirto. Después lo desmembró
y arrojó los restos por la borda del Argo. Entre las muchas aventuras durante
la travesía de regreso del Argo, destaca el episodio en el que Medea hechiza y
destruye a un gigante de bronce llamado Talos, que sólo tenía un punto débil,
el talón, del que partía la única vena de su cuerpo. También se cuenta que
el navío recorrió el DANUBIO y que encalló en los bancos de arena de SIRTES,
en LIBIA. Los tripulantes tuvieron que cargar el Argo sobre sus espaldas durante
doce días. Jasón y Medea fueron a ver a la bruja Circe, tía de Medea, que los
purificó ritualmente por el asesinato de Apsirto.
Al
llegar a Yolco, Jasón descubrió que Pelias había dado muerte a Esón, y con Medea planeó la venganza. Medea convenció a las hijas de éste
de que le convertiría en un hombre joven mediante un encantamiento, pero que
para prepararlo para el rejuvenecimiento primero debían cortarlo y cocinarlo.
Las hijas de Pelias accedieron al plan, mataron a su padre y cocinaron su cuerpo
en trozos, y entonces Medea les mostró el engaño.
A
pesar de la muerte del usurpador, Jasón no pudo ocupar el trono de su padre,
porque la forma en que había muerto Pelias causó tal escándalo que Medea y él
se vieron obligados a huir de Yolco. Fueron al Peloponeso y se establecieron en
Corinto, donde tuvieron dos hijos.
Muchos
años después, el rey de Corinto, Creonte, ofreció a Jasón el matrimonio con
su hija por razones políticas. Jasón le propuso a Medea que se divorciasen y
que emprendiera el exilio voluntariamente, pero Medea se enfureció ante
semejante traición, envió unas túnicas envenenadas a Creonte y a su hija,
futura esposa de Jasón, y ambos murieron entre terribles dolores. Después, les
cortó el cuello a sus propios hijos para hacerle daño a su padre y escapó a
Atenas triunfalmente, a bordo del carro de su abuelo Helios, el sol, tirado por
dragones. Muchos años después, Jasón murió al caerle en la cabeza una pieza
del Argo que estaba consagrada en un templo.
En
Atenas, Medea se casó con el rey Egeo, padre del héroe Teseo, y tuvo un hijo,
Medo. Medea quería que sucediera a su padre con el trono, y cuando Teseo, legítimo
heredero de Egeo, llegó a la ciudad de vuelta de Trecén, Medea adivinó
enseguida quién era e intentó deshacerse de él antes de que mostrase las señales
de reconocimiento con las que debía revelar su identidad.
Medea convenció al rey de que el recién
llegado, cuyas proezas camino de Atenas ya le habían granjeado la fama, quería
deponerle, y planearon juntos asesinar a Teseo en un banquete que se ofrecería
para celebrar que había capturado el toro salvaje de Maratón. Medea puso
veneno en el vino de Teseo, pero cuando el héroe estaba a punto de tomarlo Egeo
le reconoció y derribó la copa. Al comprender la motivación de su esposa, la
desterró para siempre de su reino y también a su hijo.
3)
LA
GUERRA DE TROYA
Hécuba,
esposa de Príamo, rey de Troya, da a luz un niño al que llama Paris. Al nacer,
ella sueña que ha dado a luz a un personaje que destruye la ciudad. El niño es
abandonado, pero sobrevive milagrosamente y se hace pastor. Años más tarde
vence a sus hermanos en un combate de boxeo, es reconocido como hijo de Príamo
y aceptado en la casa real.
Entre
tanto, se celebra la boda del mortal Peleo con Tetis, ninfa marina. Un oráculo
había predicho que Tetis tendría un hijo más glorioso que su padre: Aquiles,
el mejor de los guerreros griegos. Ofendida por no haber recibido invitación
para la boda, la diosa Eris (Discordia), envía una manzana de oro al banquete
nupcial, con la siguiente inscripción: “Para la más bella”. Atenea, Hera y
Afrodita se autoproclaman vencedoras de la competición y Zeus designa a Paris
para que juzgue quién es la más bella de las tres. Atenea le promete a Paris
sabiduría y la victoria en la guerra si gana ella, Hera el poder real y
Afrodita la mujer más bella del mundo. El sensual Paris elige a Afrodita y, en
consecuencia, Troya se hace acreedora de la eterna enemistad de Atenea y Hera.
El
premio que obtiene Paris es Helena, hija de Leda y Zeus, hermana de los
Dioscuros (Cástor y Polideuces) y esposa de Menelao, rey de Esparta, adonde
acude Paris en calidad de huésped de honor y después, con la ayuda de
Afrodita, se fuga con Helena a Troya.
Agamenón
y Menelao eran hijos de Atreo, hijo a su vez de Pélope y nieto de Tántalo.
Cuando Atreo impidió que su hermano Tiestes se apoderase del trono de Argos, éste
sedujo a Aérope, esposa de aquél. En venganza, Atreo invitó a Tiestes a una
fiesta y le sirvió a sus propios hijos. Egisto, un hijo de Tiestes que
sobrevivió, fue amante y cómplice en el asesinato de su primo Agamenón.
Todos
los príncipes griegos que habían sido pretendientes de Helena prometen
protegerla de cualquier futuro desmán. Se reúnen a instancias de Menelao y su
hermano Agamenón, rey de Argos, y emprenden una gran expedición en Áulide
para ir a Troya y vengar el rapto de Helena. Al principio, dos guerreros,
Aquiles y Odiseo (Ulises), se resisten a formar parte del grupo.
Aquiles,
hijo de Tetis y Peleo, fue educado por Quirón, un sabio centauro. Al nacer, su
madre lo sumergió en el Estigia, el río del infierno, para hacer su cuerpo
inmortal e invulnerable, salvo el talón por donde lo sujetó. Las Parcas le
dieron a elegir entre una vida larga, tranquila y oscura, o una muerte temprana
y gloria inmortal, y Aquiles se decidió por lo segundo.
Para
no participar de la guerra que estaba por venir contra Troya, Aquiles se
disfraza de mujer en la isla de Sicros, pero se traiciona cuando suena una
trompeta de guerra y sólo él empuña un arma. Odiseo, con el mismo fin de no
ir a la guerra, finge estar loco y ara el mar, pero su estratagema se descubre
cuando colocan ante el arado a su hijo Telémaco, de pocos meses.
Después,
los dos hombres deciden unirse a la expedición. Los griegos se reúnen en Áulide,
pero Ártemis, partidaria de los troyanos, detiene su flota. Agamenón se ve
obligado a sacrificar a su hija Ifigenia para obtener vientos favorables. Por último,
el grupo expedicionario leva anclas, rumbo a Asia Menor, establece el campamento
a las afueras de Troya y asedia la ciudad durante diez años.
En
el transcurso del asedio, Agamenón se apodera de Criseida, hija del sacerdote
de Apolo, Crises, como botín de guerra. El sacerdote le ruega que le devuelva a
su hija y, al no ser atendida su petición, implora a Apolo que destruya a los
griegos. La peste asola el campamento; al cabo de unos días se desvela el
motivo de la enfermedad y Agamenón entrega a Criseida a su padre. Enfurecido
por la pérdida, Agamenón quiere adueñarse de otra mujer, Briseida, premio del
griego Aquiles, quien se niega a continuar luchando y ora por la derrota de los
griegos, que así lamentarán su ausencia. Héctor, hijo mayor de Príamo y
principal guerrero troyano, dirige el avance desde Troya, llega al lugar en el
que están anclados los navíos griegos y da muerte e hiere a muchos héroes.
Patroclo, el mejor amigo de Aquiles, le ruega al ocioso guerrero que le preste
su armadura para que los troyanos crean que el héroe está participando en el
combate y se retiren. Al principio, Aquiles se niega pero finalmente accede y
aconseja prudencia a Patroclo, quien desatiende la advertencia y, si bien obliga
a retroceder a los troyanos, muere a manos de Héctor.
Afligido,
Aquiles regresa a la batalla en busca de venganza. Persigue tres veces a Héctor
alrededor de las murallas de Troya y lo mata en combate singular. Se celebra un
grandioso funeral y unos juegos funerarios en honor de Patroclo, pero los
troyanos no pueden hacer otro tanto para honrar a Héctor porque Aquiles ha
escondido y profanado su cadáver. Encolerizados, los dioses obligan al héroe
griego a aceptar un rescate y a devolver el cuerpo a Príamo. Aquiles muere
cuando Paris le clava una flecha en el talón, su único punto vulnerable, y su
armadura va a parar a manos de Odiseo, el segundo mejor guerrero. Poco después,
el arquero Filoctetes mata a Paris.
Troya
está condenada a la caída desde la muerte del principal guerrero, Héctor. A
Odiseo se le ocurre la idea de construir un enorme caballo de madera hueco en
cuyo interior se esconde lo mejor del ejército griego mientras su flota se
aleja, como si aceptara la derrota. Los troyanos creen que el caballo es una
ofrenda a los dioses y lo meten en la ciudad. Por la noche, los griegos salen de
la estructura de madera y abren las puertas de la ciudad a los demás guerreros,
que han vuelto a desembarcar. Troya es saqueada y asolada por el fuego, Príamo
y sus hijos asesinados y Hécuba y las troyanas tomadas como esclavas.
Pero el saqueo de Troya no puso punto final a
las aventuras de los héroes griegos. Sobre todo, Odiseo y Agamenón, tuvieron múltiples
aventuras durante su regreso a Grecia. Los griegos profanaron los altares de
Troya durante el saqueo de la ciudad, razón por la que los dioses se
encolerizaron y provocaron tempestades que dispersaron la flota griega en la
travesía de vuelta.
4)
ODISEO
Después
de que los barcos de Odiseo y sus seguidores se separasen de la flota, arribaron
a la ciudad de los cicones y la saquearon. Otra tempestad los desvió de su ruta
y los llevó a un mundo de monstruos y brujas: en primer lugar, al país de los
lotófagos, donde los hombres de Odiseo que comieron estas flores perdieron la
memoria y se sumieron en tal letargo que sus compañeros tuvieron que llevarlos
a los navíos. La siguiente aventura sucede en la isla habitada por los Cíclopes,
monstruos de un solo ojo que viven en cuevas y carecen de leyes y de sistema
social. Provisto de vino, Odiseo explora la isla con varios hombres y descubre
en una cueva signos de pastoreo de ovejas. Desoyendo los consejos de su
tripulación, se queda allí para ver al pastor, el cíclope Polifemo, que
cuando regresa con su rebaño tapa la entrada de la cueva con una enorme roca.
Sorprende a los griegos y devora a dos de ellos crudos en la cena y a otros tantos en el desayuno. Nadie puede escapar, porque únicamente
el cíclope es capaz de mover la roca; pero a Odiseo se le ocurre un plan.
Emborracha a Polifemo, y cuando éste le pregunta cómo se llama contesta que
“Nadie”. Mientras el cíclope duerme bajo los efectos del vino, Odiseo le
ciega con una tea encendida y cuando acuden otros cíclopes al oír sus gritos y
le preguntan por la causa de su dolor él responde: “¡Nadie me está haciendo
daño!”. Convencidos de que todo marcha bien, se marchan, tras lo cual Odiseo
ata a cada uno de sus hombres bajo el vientre de una oveja y él se aferra al de
un carnero. A la mañana siguiente, cuando el cíclope ciego abre la cueva para
que salgan los animales, los griegos huyen. Odiseo se burla de Polifemo desde el
barco y éste lo maldice: Posidón, dios del mar y padre de Polifemo, obliga a
Odiseo a recorrer los mares durante diez años.
A
continuación, los marineros se topan con Eolo, rey de los vientos, y Odiseo
recibe un saco lleno de vientos que permiten navegar a los barcos hasta avistar
Ítaca, pero el héroe se duerme y sus hombres abren el saco, pensando que
contiene un tesoro. Los vientos escapan y desencadenan una tormenta que devuelve
a los hombres a Eolo, y desde allí llegan al país de los lestrigones. Gigantes
caníbales que destruyen todos los barcos de Odiseo menos uno y devoran a sus
tripulantes.
El
siguiente episodio se desarrollo en la isla de la maga Circe. La mitad de la
tripulación se aproxima a su palacio, que se alza entre los bosques por los que
deambulan lobos, osos y leones como si se tratara de animales domésticos. Circe
los invita a entrar, les da una bebida narcótica, los transforma en cerdos y
los encierra en una pocilga. El único hombre que se ha quedado fuera corre a
contarle lo sucedido a Odiseo, quien, con la ayuda de Hermes y de una planta mágica,
se inmuniza a los hechizos de Circe y la obliga a liberar a sus compañeros.
Todos
permanecen en la isla un año entero, entre continuas fiestas, y Circe aconseja
a Odiseo sobre el resto del viaje. En primer lugar, debe ir a los infiernos para
consultar con Tiresias sobre cómo regresar a Ítaca. El profeta le encamina
hacia una tierra que no conoce el mar y le dice que ofrezca un sacrificio a
Posidón.
Después,
el héroe pasa frente a la isla de las Sirenas, monstruos con cuerpo de ave y
cabeza de mujer cuyos cantos atraen irresistiblemente a los navegantes y les
llevan a la muerte. Odiseo se libra del hechizo atándose al mástil, como le
aconsejara Circe, mientras que sus hombres continúan remando con los oídos
tapados con cera.
Sortean
dos monstruos marinos, Escila y Caribdis, y arriban a Trinacria, la isla del
Sol. Circe les ha prevenido de que no coman las Vacas del Sol, pero,
hambrientos, los hombres sacrifican varias reses, cuya carne continúa mugiendo,
y cuya piel se mueve como si tuviera vida. Enfurecido, el Sol destruye el barco
y a todos sus tripulantes, salvo a Odiseo, que sobrevive al naufragio y llega a
la isla de Calipso, una ninfa que lo retiene como su cónyuge en contra de su
voluntad, durante ocho años, al cabo de los cuales Odiseo queda libre gracias a
la intervención de Atenea. Construye una balsa y desembarca en el país de los
feacios, una tierra prodigiosa de mágica fertilidad en la que lo rodean de
lujos. Su rey, Alcínoo, le envía a Ítaca en un navío mágico cargado de
regalos.
Una
vez en Ítaca, Odiseo encuentra a su esposa, Penélope, asediada por los
pretendiente, y a su hijo, Telémaco, amenazado por los rivales. Penélope
siempre se ha negado a creer que su esposo haya muerto, pero ya no puede
mantener a los pretendientes con sus estratagemas. Disfrazado, el héroe pone a
prueba en primer lugar la lealtad de su familia y de sus compatriotas. Después,
con la ayuda de Telémaco y de sus fieles seguidores, da muerte a los
pretendientes y se reúne con Penélope, tras veinte años de ausencia.
5)
AGAMENÓN
Tras
la guerra, Agamenón regresa triunfal al palacio de Argos con su botín y
concubina, la profetisa Casandra, hija del rey Príamo. Pero su esposa,
Clitemnestra, y el amante de ésta, Egisto, le tienden una trampa. Clitemnestra
le recibe y le lleva al baño; después de haberse bañado Agamenón, ella hace
ademán de ofrecerle una toalla, le arroja una red y el rey es asesinado. La
reina de muerte también a Casandra.
Cuando
Orestes, hijo de Agamenón, que está ausente, llega a la edad adulta, regresa
para vengarse. Entra en palacio, disfrazado, y mata al usurpador Egisto y a
Clitemnestra, con ayuda de su hermana Electra.
Las Furias persiguen a Orestes, quien huye a
Delfos para purificarse del crimen. Desde allí va a Atenas, donde es juzgado y
absuelto gracias al decisivo voto de Atenea. Después reina en Argos.
6)
EDIPO
El
oráculo de Delfos les había dicho a los reyes de Tebas, Layo y Yocasta, que su
futuro hijo mataría a su padre y se acostaría con su madre. Cuando Yocasta dio
a luz un niño, Layo le perforó los pies, se los ató y lo abandonó en la
ladera de una montaña; pero un pastor lo salvó y lo llevó a Corinto, cuyos
reyes, Pólibo y Mérope, le impusieron el nombre de Edipo (pie hinchado). Años
más tarde, en una fiesta, un desconocido se burló de Edipo y dijo que no era
hijo de Pólibo. El insulto le dolió y consultó el oráculo de Delfos, quien
le vaticinó que mataría a su padre y se casaría con su madre. Convencido de
que Pólibo y Mérope eran sus verdaderos padres, Edipo huyó de Corinto, y en
el camino a Tebas dio muerte a un desconocido que le había insultado: Layo, su
padre. En aquella época, Tebas era asolada por la Esfinge, un ser que mataba a
cuantos no sabían resolver el acertijo que planteaba: “¿Qué tiene cuatro
patas por la mañana, dos al mediodía y tres por la tarde?” Edipo retó al
monstruo y dio con la respuesta correcta: “el hombre” (que gatea de recién
nacido, camina erguido en la madurez y con un bastón en la vejez). La Esfinge
se arrojó al mar y Edipo fue recibido como salvador de la ciudad. Le rogaron
que fuera su rey y que se casara con la reina, que acababa de enviudar: su madre
Yocasta. Con ella tuvo cuatro hijos: dos muchachos, Polinices y Eteocles, y dos
muchachas, Antígona e Ismene, y Tebas prosperó durante su reinado. Al cabo de
muchos años, la ciudad padeció sequía, hambre y enfermedades. El oráculo de
Delfos dijo que las calamidades acabarían cuando los tebanos expulsaran al
asesino de Layo, cuya búsqueda inició el propio Edipo. Descubrió la verdad
por boca de Tiresias y del pastor que le había salvado; se cegó y se exiló,
mientras que Yocasta se ahorcó.
Ixión:
rey de los lapitas, raza fabulosa de Tesalia. Intentó violar a la diosa Hera,
pero ella lo engañó poniendo en su cama una nube con su forma, con la que Ixión
se acostó, borracho. Zeus le castigó por su delito condenándolo a estar atado
a una rueda ardiente que giraría eternamente en los infiernos. El fruto de la
unión de la nube e Ixión fue Centauro.