Origen

 La pequeña cabina de control estaba en silencio, sólo se oía el chillido de las computadoras. Kevn Jakoby se sentó al lado de su compañero, secándose las gotas de sudor que corrían por su frente y resistiéndose a la tentación de mirar nuevamente por la ventana de la cabina. La nave espacial desconocida que los había sorprendido no parecía cambiar de tamaño; era enorme.

-   Esto ya debería estar preparado –dijo Rolf Sawyer tratando de que su voz sonara diferente.

-   ¿Crees que alimentar una computadora con nuestro sistema lingüístico serviría de algo?

-   Seguramente ellos tienen computadoras mejores que esta cosa que nosotros tenemos aquí. –dijo Kevn encogiéndose de hombros–. Si no pueden encontrar una forma para traducirnos, no estamos peor de lo que estábamos.

El chillido desapareció de repente y durante unos pocos segundos hubo un silencio absoluto. Luego, el altavoz cobró vida.

-   Saludos –dijo una voz melodiosa–. Soy Fal-sint. ¿Quiénes y qué son ustedes?

Rolf le entregó el micrófono a Kevn, que con una sonrisa irónica se aclaró la garganta.

-   Mi nombre es Kevn Jakoby y el de mi compañero es Rolf Sawyer. Somos seres humanos explorando esta región del espacio.

-   ¿Son ustedes creadores o criaturas?

-   Bueno... criaturas supongo.

-   ¿Quién es su creador?

Kevn parpadeó sorprendido.

-   Nadie. Somos una raza que evoluciona naturalmente; nosotros mismos nos creamos, eso es lo que quiero decir con “criaturas”.

-   No es verdad. Si son ustedes criaturas es porque alguien las ha creado.

-   Pregúntale qué es él –sugirió Rolf codeando a su compañero.

Kevn hizo la pregunta.

-   Soy una criatura de la serie Varka y fui diseñado para servir como patrullero del espacio.

-   Eres una computadora ¿verdad?, una inteligencia artificial. –Kevn empezaba ya a sentirse mejor–. Bueno, según esa definición, somos creadores.

-   En ese caso, no deberíamos hablar directamente. Por favor, envíenme a una de sus criaturas para que negociemos sus intereses.

-   Un momento. ¿Qué significa una de nuestras criaturas? ¿Para negociar?

-   Claro.

El miedo y la desesperación comenzaban a aparecer nuevamente.

-   No tenemos con nosotros nada por el estilo –respondió Kevn con cautela.

-   Todos mis servicios quedan a su disposición si necesitan construir una –ofreció Fal-sint.

-   No creo que eso sirva de mucho –respondió Kevn con la voz apagada.

-   Ustedes afirmaron que eran creadores. Supongo que están al tanto de los castigos por hacerse pasar por creadores...

Rolf agarró el micrófono.

-   Nuestra raza sabe cómo crear inteligencia artificial; pero nuestra especialidad concreta es diferente. ¿Saben todos los creadores de tu especie hacer máquinas como tú?

-   Sí –respondió Fal-sint cortante–. Si no supiesen, no serían creadores.

-   Eso fue una gran ayuda –murmuró Kevn y luego volvió a agarrar el micrófono de la mano de su compañero–. ¿Fal-sint? Mira, lo mejor será que tú vayas y busques a tu creador. Estoy seguro de que con él será más fácil aclarar todo esto.

-   Imposible. Los creadores hablan con los demás a través de sus criaturas, nunca directamente, y ustedes no han probado aún que son creadores. Si lo son, debo saber de qué lado del Conflicto están, y si son criaturas, de qué lado está su creador.

-   ¡Nosotros no sabemos nada de ningún conflicto! –gritó Kevn–. Y si lo supiéramos, seguramente seríamos neutrales; así que ya basta, déjanos marchar.

-   Percibo que se están poniendo nerviosos. Tómense el tiempo que deseen para recobrar la compostura antes de continuar hablando. –Se oyó un sonido, como si la voz se hubiese desconectado

Kevn resopló sintiendo una enorme impotencia.

-   ¡Maldita máquina!

-   Nunca hay una nave de patrullaje cerca cuando más la necesitas. ¿Qué vamos a hacer?

-   Maldición, no lo sé. –Kevn se puso las manos en la nuca, entrelazando los dedos, y observó desesperanzado el tablero de controles. –¿Crees que tenemos alguna forma de escapar?

-   No. Su nave es más veloz que la nuestra y probablemente esté armado. –De pronto la expresión del rostro de Rolf cambió–. Oye, podríamos aceptar su oferta y utilizar sus servicios, pero en lugar de construir una computadora podríamos construir un arma.

-   ¿Ante sus narices? ¿Te crees que es tonto? Además, no creo que sea una buena idea dejar la nave.

-   Tonterías –dijo Rolf–. Después de todo... ¿Por qué tanta historia por saber si somos o no creadores?

-   Ya le has oído; hay alguna especie de guerra allí afuera, probablemente los robots sean los que llevan a cabo la mayor parte de las batallas. Saber qué es lo que somos es para él el mejor indicio de cuán peligrosos, o útiles, somos. Y si somos buenos o malos robots, eso indica cómo es nuestro creador.

-   ¿Y por qué no nos someten a un examen? Algunas preguntas o algo por el estilo.

-   Algo como qué... ¿Qué es lo que se le puede preguntar a una inteligencia artificial que la distinga de una real? La única pregunta que se me ocurre es la que ellos nos están haciendo: ¿De dónde provienes?

-   ¡Sí! –Rolf golpeó los brazos de su silla–. Kevn, creo que somos unos tontos; ¡somos biológicos! –Agarró el micrófono y exclamó–: ¡Fal-sint!

-   ¿Sí? ¿Están preparados para continuar?

-   Sí, perdónanos. Mira, al contrario que tú, nosotros estamos hechos de materia orgánica, de células y no de electrónica, no de piezas de maquinaria.

-   Sí, ¿y?...

La euforia de Rolf se evaporó.

-   Qué quieres decir con “¿y?”. Ésta es una prueba de que somos creadores.

-   No es verdad. Yo conozco 47 series de criaturas biológicas. Mi propio creador tiene dos.

Rolf miró a Kevn desesperanzado.

-   Ya no se me ocurre nada más.

-   Puede que a mí sí. –Kevn respiró profundamente, cruzando los dedos y prosiguió–. Muy bien, Fal-sint. Ya has pasado la prueba de nuestro creador. –Kevn deseaba ansiosamente que la máquina aceptase lo que él le estaba diciendo sin hacer preguntas embarazosas–. Ahora ya podemos admitir que somos criaturas.

-   ¿Tienen pruebas? –Fal-sint no parecía estar enfadado por la historia de Kevn.

-   Sí. –Kevn buscó la sección de literatura en su computadoras–. Lee aquí, comenzando por donde dice “Y Dios creó al hombre a su imagen y semejanza”.

Hubo una pequeña pausa; Kevn contenía con miedo la respiración. Luego, Fal-sint comenzó a hablar.

-   Sí, ahora ya lo veo. Efectivamente, su creador es muy poderoso. Enviaré un mensaje al mío inmediatamente.

Kevn palmeó a Rolf en la espalda, sonriendo satisfecho.

-   Muy bien. Quizás ahora, siendo ambos criaturas, podamos discutir las áreas de interés mutuo: este conflicto vuestro, por ejemplo, y la localización de cualquier planeta cercano rico en metales.

-   Me temo que no. Mi creador desea hablar directamente con uno tan poderoso como el suyo. Por favor, comuníquense con su creador y pregúntenle dónde prefiere que se lleve a cabo la reunión.

Kevn miró a Rolf y murmuró:

-   ¿Qué hacemos ahora?

Rolf levantó los hombros totalmente desesperanzado.

-   Nunca hay un sacerdote cerca cuando más lo necesitas.


VOLVER